Cirugía de reducción de mama

La conocida como hipertrofia mamaria se caracteriza por un crecimiento excesivo de la glándula mamaria que puede llegar a presentar, en algunos casos, un aumento desmedido del volumen del pecho, siendo conocido como gigantomastia.

Si este crecimiento se produce en la adolescencia se denomina hipertrofia juvenil o hipertrofia mamaria virginal. Este desarrollo excesivo puede ser unilateral, aunque más frecuente lo es bilateral y, en estos casos, existe una hipersensibilidad del tejido mamario a niveles hormonales que provocará un crecimiento difuso de la mama.

Frente a esta situación, resulta imprescindible llevar a cabo un estudio mamario por imagen para descartar otras causas secundarias de crecimiento mamario, especialmente en aquellos casos en los que el crecimiento es unilateral. Con ello, descartaremos posibles tumores fibroepiteliales, como tumores fillodes o fibroadenomas y trastornos endocrinos.

La hipertrofia mamaria también puede producirse de manera progresiva con el paso de los años derivada de los embarazos o los cambios hormonales o de peso, por lo que es habitual que algunas mujeres a partir de los 50 o 60 años refieran un crecimiento del pecho. Esta desproporción de volumen puede ocasionar problemas de salud a causa del exceso de peso que deben soportar el cuello y la espalda.

Los problemas de salud más comunes provocados por un crecimiento excesivo del pecho son el dolor mamario, las marcas del sujetador y las lesiones en los hombros por el peso que soporta el mismo y la presencia de dolores de espalda, hombros y cuello, lo que está estrechamente vinculado con visitas al traumatólogo, fisioterapeutas y expertos en columna. 

También es habitual que las mujeres con hipertrofia mamaria refieran dificultad para realizar deporte, así como para encontrar prendas de vestir con las que se sientan cómodas, especialmente en verano. En algunas ocasiones pueden incluso llegar a producirse alteraciones dermatológicas como erupciones cutáneas, intertrigo e infecciones fúngicas en el pliegue inframamario por la sudoración.

Frente a esta realidad, la solución definitiva es la cirugía de reducción mamaria. Y es que esta intervención quirúrgica, realizada de manera adecuada y en manos expertas, mejora de manera radical la calidad de vida de las mujeres con dicho trastorno con un nivel muy bajo de complicaciones.

Para conseguir unos resultados óptimos en este tipo de cirugía es necesario realizar una planificación adecuada por parte del cirujano para reducir el pecho, manteniendo una forma natural de acuerdo a las proporciones de la mujer. 

Las cicatrices podrían ser de tres tipos: una cicatriz alrededor de areola-pezón y/o una cicatriz vertical que iría desde la areola hasta el pliegue submamario y/o una cicatriz horizontal en el surco submamario, quedando una cicatriz en forma de T invertida.

No es una cirugía dolorosa, ya que no se ven afectadas estructuras musculares y, por tanto, el postoperatorio de esta intervención es bastante llevadero y poco invalidante, pudiendo llevar una vida normal una semana tras la operación, pero eso sí, evitando realizar deporte durante un mes.