Mastología Dinámica

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03 Noviembre 95 | Mastología Dinámica (1995). Emir Alvarez Cardiol, Armando Tejerina Gómez. Ed. Díaz de Santos

PRÓLOGO

Mis buenos amigos Emir Alvarez Gardiol – de Rosario- y Armando Tejerina –de Madrid- me han honrado pidiéndome que les prologue su libro Mastología dinámica, y que, por cierto, lo he tomado como un imperativo que acepto gustoso.

Me ocuparé, como corresponde, primero de los autores y luego del libro. Es grado hacer, no una <<presentación>> -que no la necesitan, pues son bien conocidos en el ambiente de mastología-, sino el retrato afectivo e dos queridos amigos.

Emir Alvarez Gardiol es hijo de Joaquín Alvarez Muñoz, prestigioso odontólogo, que tenía otra cosa más: pintaba, y lo hacía muy bien, ya que alcanza el premio Medalla de Oro en el Salón Municipal de Córdoba, del año 1937. Su madre, Elena Gardiol, de ascendencia inglesa, era pianista y dotada de una espléndida voz de soprano.

No es de extrañar así que, con genes provenientes de padre y madre con temperamento artístico, el hijo heredara esta dote, sumada a su vocación por la medicina.

Emir realiza todos sus estudios en Rosario, su ciudad natal. En aquel entonces brillaban grandes figuras médicas a las que conocí –como Cames y Tejerina; Fotheringham, en Cirugía; Staffieri, en Medicina; Ercole, en Urología…, de quienes recibió sólida enseñanza.

A poco de graduado, allá por el año 50, comienza a efectuar sus primeras operaciones de cirugía general y de ginecología.

Tiempo después, y con buena base quirúrgica, se traslada a un pequeño pueblo de la provincia de Tucumán, como único cirujano, y operó allí <<de todo lo que venía>>.

El cirujano ya está formado. Regresa definitivamente a Rosario, donde realiza brillante carrera asistencial (que culmina como Jefe de Servicio del Hospital Nacional del Centenario, dependiente de la Facultad de Medicina), y al mismo tiempo docente (hasta llegar a Profesor Titular de Cirugía en su actual situación).

Y es, impulsado por este espíritu docente, cuando publica los libros de texto de Cirugía, en 1968, que alcanzan sucesivas ediciones en 1970, 75, 77 y, finalmente, 1981 (impreso en España); y escribe asimismo unaGuía pedagógica para docentes de cirugía.

Alvarez Gardiol va más allá de la enseñanza convencional de su época e implanta en Rosario los procedimientos audiovisuales, y luego trasplanta su virtuosismo en sonido y fotografía, para crear maravillosos audiovisuales artísticos y culturales.

Amante de la literatura y de la música, tiene en su casa buena biblioteca en la que alternan autores clásicos y modernos junto con libros de arte, así como una nutrida discoteca de todo tipo de música: desde los barrocos y clásicos hasta los ultramodernos, como la música concreta y la electroacústica.

Conocía a Alvarez Gardiol allá por los años 60.

Originariamente cirujano general, se fue dedicando –como lo hizo Armando Tejerina, y también yo- con preferencia y cada vez más, a la mastología. Fue, así fundador y primer presidente de la Asociación de Mastología de Rosario y, además, con sus colaboradores fundó en Rosario un centro privado modelo de su especialidad.

Seguidor y amigo de Spitalier y de Amalric (ambos de Marsella), Alvares Gardiol es un experto enImagenología mamaria, subespecialidad que lo apasiona.

Ha publicado mucho de mastología, destacándose su libro Cáncer e mama, 1987, que sintetiza los nuevos emprendimientos diagnostico-terapéuticos de la especialidad, y también escribe capítulos en obras del Profesor J.A. Pinotti (Brasil) en 1984 y 1991, de Robert Mantel (Gran Bretaña) en 1991 y en publicaciones periódicas.

Poseedor de vasta cultura, fue Presidente de la Comisión de Cultura de la Facultad de Ciencias Médicas, y Fundador y Presidente de la Filial Rosario de Dicifran, entidad que promueve la Cultura Francesa.

Y así seguirán sus numerosos antecedentes. No insistiré más en ellos: un prólogo no es lugar para presentar a un hombre con un currículum adentro, sino a un hombre con un alma adentro: un hombre total, un <<hombre-vida>>, el <<man alive>>, que diría Chesterton. Lo he hecho entremezclando lo científico con lo cultural, lo artístico con lo anecdótico.

Lo conozco bien y sé que lo preferirá así.

A Tejerina lo presentaré con otro enfoque: el de hijo ejemplar y eminente, de un padre ejemplar y eminente, cuyas biografías está íntimamente entrelazadas.

Justo es empezar refiriéndome al ilustre don Florencio.

Pero, antes, algo que me toca a mí: en el año 1992 fui invitado al Congreso Español de Senología que se celebraba en Gijón. Allí me enteré de que la conferencia que debía pronunciar sería muy importante, pues cerraba los actos del Congreso y llevaba como patronazgo el nombre de Florencio Tejerina. Todo está dicho. Levantado honor para mí, pero responsable compromiso para que mis palabras lo merecieran.

Y fue con sus hijos, los inseparables mellizos Armando y Antonio, con los que intimé durante las jornadas del Congreso. Su cordialidad, afecto y hombría de bien fueron acicate y aliento para que mi conferencia estuviera a la altura de su padre. Creo haber cumplido; los hijos sabrán si fue así.

Don Florencio Tejerina y González de la Rivera fue pionero de la patología mamaria en España.

<<Madrileño integral de Chamberí por Hortaleza>> (al decir de Botella Llusiá), ejerció un tiempo en Ávila –donde se casó-, pero luego regresó a su Madrid natal.

De origen cirujano general, comenzó fogueándose – como médico de guardia- en operaciones de urgencia, habilidad que pondrá en práctica en la cirugía de guerra como Capitán médico en el frente de Aragón.

Ya de más grande mostró, no sólo interés, sino además entusiasmo por el estudio de las enfermedades de la mama y, siendo Jefe del Servicio de Cirugía General del Hospital Provincial de Madrid, creó allí la primera unidad en España dedicada a la patología mamaria. Con la vasta experiencia adquirida y siempre actualizada, publica su primer libro (en colaboración con su hijo): Tratamiento del cáncer de mama (1986) y, finalmente,Cirugía del cáncer de mama, aparecida en 1993 como obra póstuma (también en colaboración con Armando), la que no logró ver impresa porque le sorprendió la muerte en abril de 1991.

Erudito de vasta cultura humanística, unida a su saber médico, llevároslo a escalar, por méritos y con justicia, las más altas posiciones, culminando con su ingreso en la Real Academia de Medicina y Cirugía.

Por su gran señorío, ciencia, bonhomía y cordialidad, dejó imborrales recuerdos en quienes lo conocieron.

Su hijo, Armando Tejerina Gómez, a quien conozco bien, y mucho aprecio la amistad que me brinda, es heredero de las virtudes de don Florencio –vale para él lo que ya he dicho de su padre-. Es coautor de sus libros y continuador de su obra.

De estirpe ginecólogo-cirujano, se fue dedicando cada vez más –tal como lo hiciera su padre- al campo de la mastología mamaria, y es el continuador de la Unidad de patología mamaria que creara don Florencio en el Hospital de Senología y Patología Mamaria.

Creó, en 1978, el Centro de Patología Mamaria, institución privada para el diagnóstico y tratamiento de esas enfermedades, y que dispone de los más modernos aparatos que requiere la imagenología mamaria, susespecialidad de la mastología, por la cual –así como Alvarez Gardiol- muestra particular interés. Se calcula que pasan por su clínica cada año más de 25.000 pacientes, proveniente de toda España.

Y, ahora, al libro…

El lector habrá leído (o leerá) en el Prefacio de los autores que este libro no es un tratado de mastología; es, y muy importante: <<una nueva propuesta que acerca al profesional aspectos novedosos de la problemática diagnóstico-terapéutica…>> y <<algún contenido parecerá escrito como en tiempo futuro, ya que sus afirmaciones pueden parecer adelantadas>>.

Es cierto. Quien con mentalidad de años atrás lea el índice de los temas tratados en este libro pensará que se de una estructura extraña o fantasiosa. Pues estará profundamente equivocado.

Aquellos que –como yo- han vivido la mastología desde la mitad del siglo, han podido apreciar el inimaginable cambio producido, y presienten lo que en poco tiempo vendrá; entonces podrán comprenderlo en su justa dimensión.

Allá por los años 50, la ortodoxia quirúrgica para el cáncer de mama era la mastectomía radical de Halsted. Pocas veces –y preocupados- emprenderíamos operaciones <<subradicales>> o <<aponeurectomías de la axila>> como se las llamaba entonces- y que hoy, con el nombre de <<radicales modificadas>> son la opción adecuada si se requiere amputar la mama. Pensar entonces –para cáncer- el resecar sólo una parte de la mama, era una herejía. Treinta años después se impondrá esta cirugía conservadora.

¿Quién pensaba en el año 50 en una reconstrucción mamaria post-mastectomía? Hoy, ya es moneda corriente.

¿Y qué decir del prodigioso avance de la medicación sistémica? Y así para todos los medios auxiliares diagnósticos y recursos terapéuticos contemporáneos.

Lo sucedido en los poco más de 40 años que van del medio siblo a nuestros días superó con creces a lo sucedido en los 40 siglos que lo precedieron. Siguiendo con este ritmo,  ¿qué nos depararán los próximos años?

Pues esto es lo que dice el libro de Alvarez Gardiol y Tejerina y, para comprenderlo bien, hay que pensar con mentalidad de fines del milenio, que se acerca con pasos agigantados al año 2000.

Sólo así se podrán apreciar los propósitos que animan a los autores de este libro y que, con la <<secreta ayuda y complicidad de ellos>>, he sintetizado en los párrafos que siguen:

Mastología dinámica es una consecuencia de los avances científicos que incorporó las mastología de la década de los 80. En estos años se afirmó la concepción sistémica del cáncer de mama y se comprometió la Medicina de Occidente con el tratamiento conservador de la mama. Pero debemos reconocer que, mucho antes, científicos pioneros, avanzando a tientas en esa dirección, iluminaron el camino que hoy transitamos, para que, en nuestros días, prosiga la cruzada de vida, con el apoyo de nuevos y óptimos recursos.

Todo progreso conlleva un desafío, y el de nuestro tiempo es tratar de interpretar el estado de salud de ese <<órgano nuevo>>, que es la mama con secuelas quirúrgicas y radiantes.

No es problema sencillo conducir el seguimiento de los tratamientos conservadores y descubrir, en tiempo útil, la eventual recurrencia.

¿Qué hacen los médicos que tienen poca experiencia sobre este tema? Pues recurrir al más primario y trascendental acto de la medicina: la consulta.

Tal es este libro: una interconsulta en la que mastólogos de distintos países e idiomas indagan sobre los mismos temas, como preguntándose unos a otros, y enseñando a interpretar.

Aquí, los maestros escriben y se releen entre sí, concuerdan o disienten: el lector, destinatario del esfuerzo, hará su propio balance.

Quizá una nueva época de siembra y recolección ha comenzado: será la mastologái del año 2000 (y tal vez antes).

Medito sobre lo que escribí aquí. Años atrás me pedían <<colaboraciones>> para libros; ahora me piden prólogos. Confieso mi preocupación: ¿Será que ya me consideran viejo? De todos modos, es un honor y lo hago con gusto.

Pido perdón a los autores y a los lectores por haberme extendido en demasía de lo que sería un prólogo convencional: lo considero <<fuera de lo corriente>>. Ello me justifica.

Auguro que tendrá el éxito que se merece. Dios lo quiera.

JULIO V. URIBURU

De la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires (Argentina)

Profesor Titular Emérito de Cirugía (Universidad de Buenos Aires)

Jefe Honorario del Departamento de Cirugía (Hospital Piñero)

Autor de La Mama, tratado de Mastología (Argentina)

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