Sesión Científica Conmemorativa Día Mundial del Cáncer de Mama en la Real Academia Nacional de Medicina

Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Mama, la Real Academia Nacional de Medicina, en colaboración con la Fundación Tejerina, ha celebrado el 9 de octubre de 2017 una sesión monográfica en la que se han tratado los avances más recientes en la cirugía de reconstrucción, así como en el tratamiento radioterápico y médico.

El cáncer de mama es una enfermedad cuya incidencia es muy elevada (en España se diagnostican anualmente más de 27.000 casos), si bien su mortalidad ha descendido drásticamente y la supervivencia a cinco años ha aumentado al 83%, según los datos de Eurocare-5.

Este progreso se ha debido, sin duda, a una política de cribado bien establecida en las distintas CC. AA., de modo que el diagnóstico precoz ha posibilitado un tratamiento más eficaz. No solo la cifra de curación ha aumentado, sino que paralelamente las pacientes han conseguido una mejor calidad de vida, gracias a un tratamiento quirúrgico más limitado, una menor tasa de linfadenectomías, un tratamiento de hormonoterapia y quimioterapia más eficaz y menos tóxico, un tratamiento radioterápico de mayor precisión y una cirugía reconstructiva altamente satisfactoria.

La cirugía oncoplástica, de acuerdo a la exposición del Dr. Antonio Tejerina, permite la restitución estética de la mama tras una cirugía conservadora, así como la corrección de secuelas de otros tratamientos. Las técnicas oncoplásticas están especialmente indicadas cuando está prevista una resección de más del 20% del volumen mamario. Es preciso añadir que la reconstrucción posmastectomía supone el conjunto de técnicas quirúrgicas que permiten la restitución de la mama y tiene como objetivo ideal conseguir una mama con buen volumen, consistencia, homogeneidad, elasticidad y simetría en una sola operación.

Las principales ventajas en la utilización de patrones de oncoplastia son: permitir realizar resecciones más amplias, obtener márgenes libres más fiables, realizar el remodelado inmediato de la mama, incrementar el porcentaje de tratamientos conservadores y mejorar el resultado estético.

Lo que es incuestionable es que, hoy en día, las unidades de mama deben ofrecer la posibilidad de realizar un abordaje quirúrgico multidisciplinar, con la colaboración de cirujanos oncológicos y cirujanos plásticos.

El Dr. Felipe Calvo, del Hospital Gregorio Marañón, ha tratado el tema de la radioterapia. La radioterapia es un componente fundamental en la estrategia multidisciplinar del tratamiento del cáncer de mama, que contribuye al mejor control local, la supervivencia y la calidad de vida. En el tratamiento radical de la enfermedad aparentemente localizada, la radioterapia ha transitado y redefinido sus técnicas para mejorar el índice terapéutico: adaptarse al riesgo (intensidad) y minimizar las secuelas (precisión). En la práctica clínica se ha renovado el arsenal de alternativas radioterápicas disponibles, como la radioterapia parcial acelerada, la radioterapia hipofraccionada preservadora de la mama completa, la radioterapia extendida locorregional, la radioterapia 4D, la radioterapia estereotáxica en enfermedad oligometastásica y la radioterapia paliativa.

A pesar de todo, existen áreas de controversia respecto a la práctica clínica radioterápica que merecen una evaluación experta y una decisión informada e individualizada.

Por último, en lo que concierne al desarrollo de fármacos, los avances en los últimos años han sido verdaderamente impresionantes, tal y como ha resaltado el Dr. José Ángel García Sáenz, del Hospital Clínico San Carlos.

El concepto de “bala mágica” como “un agente terapéutico ideal” capaz de dirigirse específicamente hacia un patógeno sin ocasionar daños a las células sanas, descrito hace más de un siglo por Paul Ehrlich, es ya una realidad.

Este avance viene del profundo conocimiento de la biología molecular. Efectivamente, el cáncer de mama es, desde un punto de vista genómico, una enfermedad heterogénea con diferentes subtipos en su historia natural y con potenciales dianas terapéuticas. Estas alteraciones en genes, que pueden estar activados o silenciados en las células tumorales, pueden detectarse en el tejido tumoral y en “biopsias líquidas” en sangre periférica: son los biomarcadores. En otras palabras, estamos consiguiendo una aproximación individualizada del diagnóstico y del tratamiento del cáncer de mama.

En la enfermedad luminal, la más frecuente y la más hormonosensible, nos estamos anticipando a los mecanismos primarios o adquiridos de resistencia endocrina. En este sentido, las líneas de investigación se centran en las rutas de señalización y de supervivencia celular y en el propio gen que codifica el receptor estrogénico. Además, el conocimiento de la biología del receptor de membrana celular HER2 y de los mecanismos de resistencia a los agentes dirigidos al mismo, está permitiendo estrategias terapéuticas que se traducen en que las pacientes vivan más y mejor.

Por último, se está desarrollando una medicina de precisión en el complejo puzle que engloba el subtipo triple negativo. La identificación de mutaciones en línea germinal de estos tumores ha permitido que, por primera vez, tengamos “tratamientos de diana molecular” en el arsenal terapéutico. Finalmente, el mayor conocimiento de la interacción de las células tumorales con las de su microambiente está permitiendo revertir la capacidad antitumoral del sistema inmunológico.

En definitiva, avances en cirugía oncoplástica, en radioterapia y en el tratamiento médico que son trascendentales para cambiar la historia natural del cáncer de mama, si bien las políticas de prevención y de diagnóstico precoz son, con mucho, las armas más eficaces en el control del cáncer de mama.

 

 

 

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